Holanda
Han sido dos semanas intensas, en las que visité tanto ciudades que ya conocía como otras nuevas para mí. Tuve tantas experiencias que tratar de resumirlas en un solo post (que resultaría igualmente largo) me obligaría a dejar de lado mucho. Por eso decidí dividir el relato en tres partes: Holanda, Bélgica y Francia + regreso.
Al día siguiente viajamos a Amsterdam. En cuatro visitas al pequeño territorio turístico de esa ciudad, prácticamente la he memorizado, pero siempre hay algo nuevo que ver o hacer. La misma ciudad llena de contrastes: bellos canales junto a Coffeehouses; vitrinas de prostitutas junto a la Oude Kerk; pagodas y hoteles flotantes. De ahí nos dirigimos a Rotterdam, ciudad moderna con grandes obras arquitectónicas, muy experimental, y muy interesante.
Al día siguiente nos encaminamos a ver el más grande de los diques del Plan Delta: el Oosterscheldedam. Para eso, fuimos primero a Middelburg, de donde tomamos un autobús a Neeltje Jans, una isla artificial creada para ayudar a la construcción de los diques. Ahora contiene una especie de parque de atracciones, con un simulador de huracanes, educación ambiental, paseos en barco, esculturas de arena, y acceso a visitar unos diques por dentro (y ver cómo funcionan). Ahí pasamos todo el día, muy agradable y soleado. Con esa visita comprendí el dicho:
Dios creó al mundo, pero los holandeses crearon HolandaEl regreso a La Haya fue un martirio para mí, pues yendo cansado, nos cancelaron el tren y tuvimos que hacer varios cambios y desvíos hasta llegar a nuestro hostal. Supongo que es algo normal en Holanda, porque ya me había sucedido antes (hace 3 años en camino de Amsterdam a Bruselas) y sucedería de nuevo al día siguiente.
El domingo, día de descanso obligatorio, nos fuimos al norte, a la isla de Texel, a reposar en la playa. Debido a reparaciones en las vías, nuestro tren no pasó. Perdida media hora, tuvimos que tomar otro tren, seguido de un autobús y otro tramo en tren para llegar a Den Helder, de donde sale el ferry a Texel. Ahí rentamos unas bicicletas y nos pusimos a rondar por la isla. Fuimos a Den Burg (literalmente, el pueblo) y de ahí a De Koog, la playa que decidimos visitar (de entre más de ocho playas no nudistas de la isla, que se encuentran entre las dos nudistas). Después de nadar un rato ante las miradas sorprendidas de todos los demás que se paseaban con chamarras y no tocaban el agua, y de una buena comida de pan y atún, emprendimos el regreso. Con poco entrenamiento, me fue muy dificil recorrer los más de 24 km cargando dos mochilas, y en verdad hubo momentos en que pensé que no lo lograría; aún así, llegamos bien a dejar las bicicletas y tomar el largo camino de regreso. Para haber sido un día de descanso, me dolían bastante las piernas, aunque al día siguiente ya no lo sentía.
El último día en Holanda, de camino a Bélgica, hicimos una escala en Maastricht, la ciudad donde se firmó el nacimiento de la Unión Europea, donde pensabamos ir a visitar unas grutas, sin embargo el paseo era muy largo y no teníamos mucho tiempo, por lo que mejor recorrimos la ciudad. En el centro se encuentra un monumento que tiene una flama. Me llamó mucho la atención, porque no parece hacer honor a alguien tan importante, la escultura es pequeña y mal cuidada, y aún así, permanece alimentada de combustible día y noche para no perder su flama. Visitamos el claustro y la iglesia de San Juan. Después tomamos, finalmente, el tren con destino a Bruselas.
1 comentario:
Así es, soy un pobre estudiambre.
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