Cuando estábamos en Lamezia, esperando la salida de mi vuelo, le dije a Antonella que no había nada de qué preocuparse, pues nunca me había pasado nada realmente malo con un vuelo: nunca me habían cancelado un vuelo, perdido maletas, o nada similar. Esto es un claro ejemplo de hablar antes de tiempo. Pero vayamos por partes.
Mi vuelo era ya de un comienzo una tortura: Lamezia - Roma - Milán - Berlín. La idea era llegar a Berlín en la noche de ayer, dormir allí y temprano hoy tomar el tren a Leipzig para trabajar todo el día.
En Lamezia me dieron sólo el primer pase de abordar, pero me dijeron que los otros dos los iba a tener que recoger en cada destinación. Como yo ya había hecho algo similar antes, no me preocupé.
Llegando a Roma, con unos 20 minutos de retardo, fui a la ventanilla de tránsito de AirOne por mi nuevo pase de abordar. La señorita me mira y me dice: "pero este vuelo no existe; desde hace una semana, AirOne ya no vuela a Milan-Malpensa" :S Me hizo esperar un rato, luego llamó a otra zona y pidió que me reacomodaran para Berlín. Luego me envió a la zona de Check-In para ver si había algo.
Cuando llegué a donde me enviaron, me atendió una feliz Anna que primero me explicó que me estaba buscando un otro vuelo, que no había nada con AirOne y que iba a ver con Lufthansa. Luego de perder un rato más, llama a la ventanilla de Lufthansa y pregunta si me pueden meter en un vuelo a Berlín. "ajá, ajá, si, me apuro si quieres, ok, ajá, bueno". Conclusión: "había un vuelo en Lufthansa, pero el embarque terminó hace 10 minutos, si hubieras llegado antes, te habríamos metido en él" (y yo con mi cara de para qué me dices esto).
Finalmente, encontraron un vuelo para el martes en la madrugada via Munich. Me mandaron al Marriott a "dormir" (entre comillas, porque si hay que levantarse a las 4:45 de la mañana, no hay tanto que hacer). Mis maletas en teoría ya estaban en ruta a Berlín, para que yo las recogiera hoy.
Llegué a Berlín poco después de las 12 (sí, la espera en Munich fue larga), de ahí me enviaron a un cuartito a reclamar mi equipaje. Tengo que describir esto en detalle: un cuarto de 2x2m. con una ventanilla mínima, y un telefono. Al llegar hay que telefonear para que salga alguien, le das tu ticket de maleta, desaparece y si tienes suerte reaparece con tu maleta, si no, reaparece con tu ticket. Después desaparece de nuevo, sin hacer caso a nadie, a menos que vuelvas a usar el teléfono.
Con ese método perdí una hora, sólo para que yo fuera de los que no tienen suerte. Mi maleta no estaba. Me enviaron de nuevo con los de Lufthansa, quienes no tienen ni idea de dónde puede estar perdida. Así que una maleta menos.
Nota al margen, al aterrizar el piloto nos dice: hoy es un día soleado en Berlín, la temperatura de -10°C (y no era un error). Cuando Anto me llamó me dijo que Leipzig estaba ya a -17°C (y ahora estamos a -18°C).
En quizá el único momento de suerte que tuve, al llegar a la estación de trenes estaba llegando también un tren a Leipzig que traía 80 minutos de retardo... y ese retardo aumentó: un viaje que comúnmente toma 70 minutos, nos tomó casi 3 horas, pero llegué bien a congelarme las manos.
Y si creen que los viajes terminan ahí, piensen de nuevo; mañana voy a Dresden.
Actualización (7-enero): Pues no llegué a Dresden. Los trenes bloqueados por el clima. Veremos si el viernes hay más suerte.