Mi encuentro con la religión
La mayoría de la gente que conozco ha tenido una educación religiosa desde pequeños. Algunos de ellos, por diversos motivos, cortaron con su religión; a veces simplemente ignorándola, y a veces llegando a un extremismo anti-religioso y luchas por convertir a los otros. Mi camino fue el contrario. Mi educación fue completamente laica. Desde mis padres que nunca me llevaron a misa, hasta la escuela laica en que fui inscrito, con una familia siempre atenta e informada, todo estaba puesto para que yo desarrollara el pensamiento crítico que tengo. Hacia la religión, sí, pero también hacia todo tipo de opiniones infundadas.
Sí, fui bautizado (a los seis años), hice mi primera comunión, y alguna que otra vez fui a misa; la mayoría de las veces acompañado de mis abuelos. Por tanto, tenía una vaga idea de cómo era el rito católico, y sus ideas básicas. Pero mi conocimiento de la religión católica se limitaba a esas pocas observaciones, que poco a poco se fueron extendiendo con lo que aprendía por los noticiarios, comentarios de la gente, y otras fuentes. El resultado es, como sea, el mismo: una especie de acercamiento irónico hacia la religión y los que creen en ella.
Otras dos cosas que aprendí desde chico fueron el respeto y la curiosidad por aprender cosas nuevas. El respeto me salvó de insultar a algunas personas por lo que creían o decían, y me ayudó a acercarme más a cierta gente. La curiosidad, en edad más avanzada, me llevó a tratar de aprender un poco más del catolicismo y sus bases: leí la Biblia, busqué un poco de información, e intenté entender algunos puntos principales, pero como no tenía a nadie con quien discutir en detalle sin temor a ofenderlos, no llegué a profundizar más.
Todo esto cambió el año pasado, cuando decidí casarme. Dado que mi esposa y su familia son católicos, no había duda de que queríamos hacer un rito católico. Tuvimos, entonces, que confirmarnos en la iglesia, lo que significó tomar un curso. Ahí conocí al Padre Francesco que, realmente, me dio una nueva perspectiva hacia este mundo.
Antes de continuar, quiero aclarar. No me he vuelto un fanático religioso, y existen muchas cosas que todavía no me gustan de la iglesia católica. La iglesia católica es una potencia global que a lo largo de los siglos ha hecho (y sigue haciendo) muchas cosas que dañan a la humanidad como un todo y a muchos individuos por separado. Creo que estos casos son bastante conocidos y no vale la pena enumerarlos aquí. Sin embargo, viendo a la Iglesia como un todo nos evita ver los pequeños bloques que la forman en su base: esas pequeñas iglesias en un pueblo de pocos habitantes, y el padre que las mantiene y mantiene unida a la comunidad.
Ahí es donde entra Francesco. Francesco nunca ha intentado convertirme, nunca ha intentado decirme que la ciencia está mal, o que la Biblia se debe interpretar literalmente. Todo lo contrario. En nuestros encuentros, él simplemente me ha enseñado cosas, yendo desde moral básica, hasta arte clásico, pasando un poco de hebreo y, por supuesto, religión. Nunca me ha impuesto nada, simplemente hemos platicado y leído juntos, y me enseñó una cosa que ya sabía, pero no tenía conciente: debemos guiar a la gente (y a nosotros mismos) a hacer el bien. Llámenlo como quieran: religión, caridad, filantropía, virtud, etc. lo importante es hacerlo.
Sigo teniendo mis conflictos con las fórmulas, repeticiones y simbolismos de la iglesia, pero si la gente está aprendiendo a aceptarse y cuidarse mutuamente, algo está bien.
Las últimas palabras que me dijo Francesco antes de mi boda fueron: "Haz un acto de caridad". Aunque he probado, creo que todavía no he hecho aquello que él semerece. Tendré que seguir probando.
3 comentarios:
Interesante artículo... siempre me he preguntado sobre qué piensan diversos matemáticos sobre la religión, pues en cierta forma nos educamos por cierto tiempo dudando de todo y no afirmarlo hasta que sea demostrado.
Como uno de los representantes (supongo) que se podrían inclinar un poco más hacia el lado “extremista” o por lo menos “activista” del ateísmo, me gustaría comentar.
Estoy totalmente de acuerdo, por supuesto, con el ideal de “guiar a la gente (y a nosotros mismos) a hacer el bien”. Dices llámenlo como quieran y, ya sabrás, yo a eso es a lo que llamo humanismo.
Incluso la idea de Dios, aunque podría resultar superflua si tu interés es hacer el bien, no me molesta. Si alguien prefiere creer en Dios al estilo Life of Pi porque, simplemente, así siente que puede vivir mejor, genial.
Mi crítica central a la religión es, sin embargo, que tiende a hacer una virtud del “creer” incluso a falta de o contra de las evidencias. “Dichosos los que creen sin haber visto” es algo que simplemente no puedo dejar pasar sin cuestionar.
Puedes borrar esté comentario.. creo que se me olvidó subscribirme a las respuestas cuando envié al anterior :P
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