La muerte del Rola-Bola
Mi rola-bola decidió que no soportaría más ser pisoteado por mí. En un momento en que había logrado un equilibrio perfecto, e incluso fui capaz de malabarear parado sobre la tabla, ésta se partió en dos.
La caída fue algo increible, pues simplemente, prácticamente sin notarlo, de pronto la tabla estaba recostada sobre el piso, y mis pies sobre ella.
Tendré que comprar una nueva tabla, más resistente. Por ahora, resulta benefico tener una distracción menos en mi departamento.
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