lunes, noviembre 07, 2005

Vivo, fracasado y feliz

El plan: llegar en bicicleta a unos 15 km al norte de Magdeburg, siguiendo el río Elba.
Distancia aproximada del trayecto: 250 km.
Tiempo planeado para recorrerlo: 3 días.
Los locos que lo intentarían: Sebastian, Yusri, Bruno y yo.
Todo comenzó con las compras de pánico el viernes en la noche, pocos minutos antes de que cerraran la última tienda, estábamos comprando nuestros sleeping bags para pasar las noches en la intemperie.
El sábado fuimos al noroeste de Dresden a rentar las bicicletas, y comenzamos el trayecto. Pasamos varios pueblos que yo en alguna ocasión había ya recorrido a pie, y llegamos a Meißen, donde escuchamos las campanadas del medio día, al reposar un rato.
A partir de ese momento, era evidente que teníamos que acelerar un poco el paso, para llegar a Torgau (nuestra meta del día).
Un poco más adelante decidimos que haríamos una pausa larga en Riesa para comer y descansar tranquilos. Llegar a Riesa implicó una serie de desviaciones de la ruta de bicicletas, y varias burlas hacia los letreros que indicaban la distancia que faltaba, pues en ocasiones pedaleábamos 10 minutos y avanzábamos 3 km, mientras que en otras, andábamos y andábamos, para que el letrero cambiara únicamente en 1 km. El ejemplo más claro fue un pueblo llamado Zodel. Vimos un letrero que decía "Zodel: 2km"; avanzamos, cruzamos el siguiente pueblo, y vimos otro letrero "Zodel: 2km".
Al fin llegamos a Riesa, la última ciudad grande que nos toparíamos antes de llegar a Torgau. Para ese entonces ya me dolían un poco las piernas y agradecí el descanso para comer un poco de pan, jamón y un yoghurt. Yo seguía firme, y no iba a renunciar a la meta.
Salimos de Riesa: próxima parada, Torgau, supuestamente a 40 km de ahí. Anduvimos con buen ritmo, y cuando nos tocó la noche (a eso de las 17:30) prendimos las luces. Íbamos contentos, a buen ritmo, y decididos. En ese trayecto recuerdo haber visto varias señales indicando un ferry para cruzar el río. Ignoramos todas ellas, pero en algunas yo volteé a ver el ferry (pues recordaba que hay lugares donde hay que cruzar para continuar el camino) y no había tal; estaban los muelles, pero ningún bote.
Seguimos y seguimos, y de pronto, la vía se acabó.
Bien, preguntando se llega a Roma. Nos mandaron por la única ruta que había, hacia la ciudad cercana más grande: Mühlberg (literalmente, montaña del molino; un lugar a 90m sobre el nivel del mar donde no hay un solo molino).
Mühlberg resultó ser un hoyo negro. Primero, para llegar ahí (30 minutos en bicicleta, nos habían dicho) nos encontramos con la mayor perversión de letreros jamás ideada. Tras un largo rato pedaleando, encontramos: "Mühlberg, 3.5km" seguimos y seguimos, disfrutando de las estrellas ya que había muy poca contaminación de luz, y el cielo estaba despejado; por primera vez en mi vida pude reconocer bien varias constelaciones.
De pronto, nos detuvimos a comer un poco de pan en un pueblo llamado Borschutz. Ahí, dos letreros: "Gedenkestein 0.6km" y "Mühlberg 3.7km"! Estábamos más lejos que Mühlberg que un rato atrás. Ni modo, seguimos a Mühlberg, a donde llegamos después de más de 5 km. Al llegar, notamos que Torgau estaba aún a 31 km, aunque Riesa estaba a más de 20. Estabamos viajando haciendo ángulos.
Ahí, perdimos un rato que después resultó ser importante, refugiándonos del frío dentro de un banco. Cuando por fin salimos a buscar el lugar para dormir, no nos convencían los lugares que encontrábamos, pues había mucha gente. En un momento nos convencimos de tomar un tren, pero la estación de trenes de Mühlberg está fuera de servicio.
Al fin, tras 6 horas dando vueltas en Mühlberg, intentando encontrar la forma de salir en dirección a Torgau, pero sin éxito, decidimos dormir a un lado del lago.
Mi saco de dormir aguantó bien. A la mañana siguiente estaba descansado, mis piernas no dolían y estabamos animados. Sin embargo, ya era evidente que no podríamos hacer el recorrido completo: la idea, ir a una estación de trenes, llegar a Magdeburg, hacer los últimos 15 km y de regreso en bicicleta y tomar el tren a Dresden. Sonaba bien.
Las opciones eran ir a Bad Liebenwerda, supuestamente a 16 km, o regresar a Riesa, más de 20 km. Elegimos la primera opción, sin embargo, apenas íbamos a salir de Mühlberg, un letrero señalaba de Bad Liebenwerda a 23km de distancia. Perdimos mucho del ánimo, y finalmente decidimos regresar a Riesa, así podríamos tomar un tren sin costo (o pagando solo el boleto por las bicicletas). Así, anduvimos el mismo camino que habíamos hecho a obscuras ahora con luz del día. Fue un camino hermoso.
Yo al final sufrí: no sentía ningún dolor en las piernas, pero era incapaz de pedalear más, simplemente me iba resagando del grupo. Cuando llegué a Riesa, ya no podía más.
Sebastian no tomó el tren de regreso, y anduvo todo el camino hasta Dresden en bicicleta.
Fracasó nuestra meta del fin de semana, y sin embargo me siento muy feliz, porque llegué a mi extremo, y lo llevé un poco más allá; no me di por vencido, hasta que ya no pude más, y todavía terminé ese segmento del trayecto.
Regresé cansado, pero con la cabeza alta.

Looking away

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Órale! Los viajes ilustran!

Rafael Peñaloza dijo...

Así es Jime, los viajes llenan de conocimientos futiles :P