La gaviota
La gaviota me miraba de frente y caminaba sin dudar. Un paso, otro más, cada vez más cerca.
Al pasar por entre el ojo de la aguja volvió su pico, e ingirió el amargo líquido del muro a su izquierda.
No pudo volar más por el resto de la tarde.
Al pasar por entre el ojo de la aguja volvió su pico, e ingirió el amargo líquido del muro a su izquierda.
No pudo volar más por el resto de la tarde.
1 comentario:
nunca has intentado poner pedo a un perro? o a un gato... en su defecto
esas tardes de ocio con los amigos causan eso...
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