lunes, mayo 01, 2006

El país 20

Este sábado fuimos Rochy y yo a caminar al este de Alemania, visitando en total 4 pequeños poblados.
El primer lugar que visitamos fue Bautzen, tal vez el más grande de todos, y sin duda al que dedicamos más tiempo. La primera sorpresa fue notar que todos los letreros estaban tanto en alemán como en checo; incluso el nombre de la estación incluía la versión checa: Budyšin. El pueblo, que tiene 1004 años desde su fundación oficial, tiene varias cosas interesantes. Ruinas, iglesias, un gran puente. En la orilla sudeste del centro histórico, tienen una torre inclinada, la Reichenturm, desde la cual es posible ver todo el pueblo y las montañas cercanas.

Reichenturm

Tras Bautzen, nos dirigimos a Zittau, cerca del punto de las tres tierras. La idea era conocer el pueblo (que según la guía tenía cosas interesantes) y ver si podíamos cruzar la frontera. Tal vez porque estaba lloviendo, porque no pudimos ir a las montañas y porque había un edificio derrumbado justo frente a la estación de trenes, pero Zittau no resultó tan atractivo.
A church

Así, después de una vuelta rápida, y comer en la estación de trenes, miramos el mapa y notamos que el paso fronterizo estaba muy cerca; a lo más, un par de kilómetros. Pasamos rápidamente por el centro, vimos la casa de gobierno y Johanniskirche, y nos encaminamos a tal paso.
Grenzübergang

Llegamos a la frontera con Polonia, cerca de un pueblo llamado Porajów. Caminando un par de kilómetros más, habríamos podido llegar a la República Checa, sin embargo decidimos mejor visitar Porajów.
Porajów resultó minúsculo, y tras un corto periodo ya queríamos visitar algo más. Así, seguimos las indicaciones hacia Sieniawka, otro par de kilómetros desde Porajów (pero no en la dirección de la República Checa). Así como el anterior, resultó ser apenas un pueblillo, pero resultó mejor, porque ya se hacía tarde.
Sieniewka

Regresamos, cruzamos la frontera (donde se tardaron mucho, pero nos pusieron nuevos sellos en el pasaporte) y caminamos de regreso a la estación de trenes, pasando por partes de Zittau que no habíamos visitado.
Polonia se convierte en el vigésimo país que visito.
El regreso fue cómodo excepto porque, debido a reparaciones en las vías, debimos abandonar el tren en Dresden Klotsche, y cambiarnos a un autobús que nos llevaría hasta Dresden Neustadt, al fin de regreso en casa.

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