Bajo el puente
Ayer fue el desfile de clausura del Dixieland, que cruzó Dresden. El desfile, el clima, la música, todo estuvo muy bien, pero quiero escribir sobre una sensación que tuve cerca del final.
Dio la casualidad que cuando nos acercábamos a Theaterplatz, en una parte que había que pasar debajo de un puente, íbamos justo junto al vehículo de uno de los grupos alemanes, y que éste llevaba música muy animada.
Justo debajo del puente, la gente empezó a aplaudir a hacer exclamaciones al ritmo de la música. Sentí la vibración dentro de mí. Y me regresó un recuerdo largamente olvidado: 1999, el Cine-Teatro Francisco Villa (ahora Circo Volador) completamente a obscuras, lleno de gente que ya mostraba cansancio después de brincar y gritar por dos horas. Las voces se iban apagando poco a poco, parecía que el show se había terminado, pero nadie se movía, el lugar iba quedando en silencio (aunque nunca hubo un silencio total).
De pronto, un tenue sonido del teclado y una luz iluminó el rostro de Anne Nurmi. Todos comenzamos a gritar al mismo tiempo y, aunque suene exageración, se sentían las vibraciones en el piso. No nos iban a dejar ir sin tocar Stolzes Herz. Todos brincamos y gritamos por los siguientes minutos.
No sé cómo expresar bien esta sensación, pero ayer, ese momento bajo el puente me recordó que mi vida durante la preparatoria tuvo también cosas buenas, y eso me hizo sentir feliz.
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