¡Huelga!
Pues si. Hoy salí, como tantas veces lo he hecho, unos minutos tras las siete, de mi departamento en dirección a la estación de trenes: destino, claro, Dresden.
En el camino, leyendo las noticias, el primer aviso funesto: "espere retrasos en trenes regionales y nacionales, debido a la huelga". ¡Maldición! Cualquier otro día, simplemente habría cambiado mi plan en ese momento, regresado a casa para tomarme el día libre, o ido a la oficina en Leipzig a terminar mis pendientes, con el pretexto de no poder tomar el tren. Pero hoy no; hoy tenía que llegar a Dresden, de una forma u otra, y regresar temprano en la tarde.
Llegué a la estación, y todavía no había muchos conflictos; tal vez la suerte me sonreiría esta vez. Fui a la maquinita por mi boleto. No hay trenes rápidos hoy entre Leipzig y Dresden - por la huelga, claro - así que tendría que viajar en un tren guajolotero que hace paradas en casi todo pueblo entre las dos ciudades. Llegar 45 minutos tarde; no suena tan mal. Me preparo, voy a mi vía y el tren alegremente anunciado: salida 7:58.
Hay algo raro; comúnmente, el tren regional está ahí esperando desde media hora antes - pero ahora no hay nada. Espero, suponiendo que hay un ligero retraso - gracias a la huelga - pero confiado del aviso del tren por partir a la hora acordada. Y espero, y espero.
Y dan las 7:55 y el letrero cambia: NADA. No hay tren viajando de esta vía. No hay tren. No hay ruta. No hay aviso. No hay nada.
Corro a la información: 7:58 fue cancelado - por la huelga - pero 8:58 viaja sin ninguna duda. 105 minutos tarde. Puedo pensar en cosas peores; además traigo un buen libro. Me siento de nuevo a esperar y leer.
Y a las 9:00 un aviso: el tren saldrá con un retraso de unos 20 minutos. Bien, ya voy más de dos horas tarde. Por fin llega el tren y nos trae, lentamente, a Dresden.
Y en verdad, todo esto lo habría soportado estóicamente, bajo el supuesto de que la huelga tiene una motivación honesta. Pero lo que arruinó todo fue esa personita intentando demostrar a los demás lo importante e imprescindible que es: cuando vio que iba a tener que tomar un tren regional, llamó a alguien para avisar que iba tarde; cuando tuvimos el aviso de retraso llamó de nuevo para anunciar lo mismo. Después en el tren - y esto es lo que casi me mata - llamó cuando menos a cinco personas distintas para decirles que iba a llegar con retraso, haciendo pausas de unos veinte minutos entre ellas que aprovechaba para llamar a alguna compañía fotográfica para ordenar un control remoto para su cámara Nikon ("hola tengo una Nikon, y quiero comprar este 'Control Remoto Nikon Profesional' para mi camara que es Nikon" y asi) o alguna otra chuchería - todo esto, claro, asegurándose de que todo el vagón fuera capaz de escucharlo. Y cuando no llamaba, jugaba con su telefono que hacía ruido (supongo que con el volumen al máximo) cada vez que apretaba una tecla. Pero eso no era suficiente para el. Al final incluso prendió su laptop para poner música - supongo que debemos agradecerle por animar el ambiente un poco.
Aaaaaaahhhhhhhhh!
Perdón, necesitaba desahogarme.
2 comentarios:
Bueno Rafa, supongo que si no hubieras sufrido tantos retrasos en los trenes esta persona hubiera pasado desapercibida. Pero como el ambiente era muy tenso para todos seguro que el personaje se convirtió en una especie de "punching bag" emocional.
Creo.
Besos
Pues muy probablemente tengas razon, cuquita, la verdad es que tiendo a ser una persona bastante pasiva (aunque ya habras notado que tambien quejumbrosa), y si es posible que esta erupcion se deba a muchos mas factores que solo un ente hablando por telefono.
Pero como ya dije, necesitaba desahogarme un poco; ahora ya estoy mucho mejor.
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