Fin de semana
Este fin de semana tuvo cosas muy extrañas.
El sábado en la mañana, una amiga me dijo que iba a haber una competencia al norte de la ciudad, y quería que la acompañara. Fui sin saber qué tipo de competencia era (que ella tampoco sabía en el momento), dado que era gratis, y no tenía mucho que hacer.
Resultó ser una competencia de patinaje artístico. Ahora, mi madre quedará sorprendida de que no me fui, ya que siempre me aburrió ver este deporte en la televisión, pero en esta ocasión me pareció interesante. Vimos todos los niveles, desde las niñas de 6 o 7 años, hasta dos de la categoría "meister" hoy en la mañana.
Caídas, problemas de música, sonrisas y disgustos, hubo de todo. Una de las cosas que me llamó la atención es que absolutamente todos los patinadores, cuando pasaban frente a los jueces, levantaban la cabeza y los volteaban a ver.
En la noche fui al sur de Dresden, a casa de Benjamin, a celebrar su Holterdipolter, también conocida como Polterabend (noche de porcelana). Es una tradición de algunos alemanes que, antes de casarse, tengan esta fiesta donde rompen platos para ahuyentar a los malos espíritus. También dicen que es una prueba para ver si la pareja puede trabajar junta, ya que a la mañana tienen que limpiar juntos (y sin ayuda adicional) todo el tiradero de platos.
Por supuesto que nos dedicamos a romper pura porcelana de Meißen, con sus características dos espadas azules.
La fiesta fue alimentada por un cerdo, entero, que llevó la novia de Benjamin, varios pasteles y ensaladas, y muchas cervezas.
Una amiga de Benjamin hizo una demostración de danzas árabes, y la verdad es que sí bailaba bien.
Tras la fiesta, y desear una buena vida juntos a los próximamente casados (o los casandos), tuve que regresar caminando hasta mi departamento, porque no había transporte público a esas horas.
En un rato me voy a ir al club de malabarismo, para culminar adecuadamente este fin.
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